EL AIRE...

El aire que respiras al nacer,  tiene que ocupar un espacio en nuestro interior que nunca se llena de otra cosa,  que no sea él mismo y por muy lejos y mucho tiempo que pase, una vez que lo vuelves a inhalar comienzas a sentirte lleno.

Ese aire que a mi me llena, es el del barrio que me vio nacer.

Tarteso, romano y árabe, tan antiguo como su ciudad, marinero por su río navegable y alfarero, de Castillo y corrales.

Barrio de Estrella y Esperanza, del lamento agónico gitano a punto de expirar, con "Catedral" propia, con estación de penitencia de las Hermandades del Barrio hasta el siglo XIX.
Con una "Velá" estival que hace disfrutar del olor del pescaíto, del color de las casetas y de las verdes avellanas y donde el Guadalquivir recibe divertido a los que no alcanzan las "Cucañas".

Barrio que pudo ser ciudad, pero que alargó sus brazos para unirse a Híspalis, primero con barcas, después con hierros. 
Ese puente, el más antiguo que se conserva en España realizado en ese material. Ese puente que tenía su hermano en la Ciudad de la Luz... no podía ser menos, pero París no lo supo conservar.....








Hoy me despido con música.







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